Ante los problemas climáticos que afectan a sus cultivos, los productores buscan soluciones para afrontar las pérdidas. Como consecuencia de la sequía, en muchos países se comenzó a utilizar la siembra de nubes para aumentar las probabilidades de lluvia, aunque esta técnica no tiene una aceptación universal de los científicos.
La siembra de nubes es una herramienta que se descubrió en la década de 1940 y su utilización se globalizó. Poco tiempo después, esta técnica llegó a Estados Unidos, a China y a varias potencias mundiales. En Argentina hay algunas empresas que usan el método para afrontar el cambio climático.
En qué consiste la siembra de nubes
En algunas oportunidades, ante la incesante sequía, los productores inyectan yoduro de plata quemado por tierra y aire. El objetivo es que este compuesto químico se una a moléculas de agua, lo que haría que las probabilidades de lluvia aumenten.
En la inyección que se realiza por aire, se utilizan bengalas de yoduro de plata quemado para liberar microparticulas en las nubes y rociarlas de este compuesto. Es un técnica demasiado costosa ya que, para poder realizar esto, se necesita de una avioneta que suba hasta esas alturas y aplique la fórmula química.
Ante el elevado precio de hacerlo por el aire, la solución de la tierra es más económica, aunque menos efectiva. De todas maneras, permite abarcar un área mayor. Para esto se debe quemar la sustancia en el lugar que se busca sembrar y utilizar el humo resultante de la combustión. Este debería elevarse y alcanzar la nube que está arriba.
En una situación ideal, el yoduro alcanzaría todas las nubes que ya están cargadas de agua, pero que no producen lluvia porque no están dadas las condiciones climáticas. En este sentido, la siembra podría ayudar a generar el fenómeno atmósferico y acelerar el proceso.
Desventajas de la siembra de nubes
Además de su elevado precio, el método aereo es una operación bastante riesgosa, que abarca una zona restringida y que se encarece al tener la necesidad de apoyarse en un radar metereológico para poder determinar qué lugares dentro de la nubosidad tienen la cantidad de agua sobreenfríada mínima.
En cuanto a la técnica terrestre, y a diferencia del anterior, es imposible determinar que el compuesto ingrese efectivamente a la nube. Las posibilidades de que una parte se pierda en el trayecto son altas.
Por estos motivos, la siembra genera desconfianza en varios profesionales que son muy cautelosos al hablar de su efectividad. Sobre esto, varios afirman que no se puede asegurar su éxito desde el lado científico, como tampoco permite arrojar pruebas contundentes que lo demuestren. En caso de sequía, donde probablemente no haya nubes, es imposible de utilizar, lo que no lo transforma en una solución.
