Muchas entidades, gobiernos y productores agropecuarios están empezando a trabajar con distintas técnicas para enfrentar al cambio climático y no perjudicar al medioambiente. En este sentido, los cultivos de cobertura son una gran alternativa porque tienen el principal beneficio de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
La crisis climática también afecta al campo. Ya se ha visto con la sequía, las altas temperaturas o las inundaciones. Para solucionar los problemas derivados de este tipo de fenómenos, en algunos países se comenzaron a impulsar los cultivos de cobertura con el objetivo de que los suelos se adapten a las tendencias meteorológicas que pueden variar a lo largo del año.
Qué son los cultivos de cobertura
Se trata de plantas que se siembran entre los cultivos principales o en los campos que se hallan en descanso. Si son de crecimiento continuo, esto produce que el suelo gane estabilidad y se vuelva más rentable para los trabajadores del sector. Así, aumentan la materia orgánica y mejoran su fertilidad, ya que hay un exceso de nutrientes que es absorbido por la tierra tras la cosecha.
Estos cultivos de cobertura pueden aplicarse en varios sistemas, que incluyen el agrícola convencional, el orgánico y el regenerativo. Para elegir qué producto utilizar habrá que estudiar el clima, el tipo de suelo y cuál es la plantación principal del campo.
Hay tres variantes que son las más utilizadas por quienes aplican esta técnica. Las leguminosas, como el trébol, la alfalfa y la soja, son buenas opciones porque son fuentes confiables de nitrógeno. Los cultivos de gramíneas, que incluyen pasto de avena, pasto de cebada y pasto de ryegrass, también son beneficiosos porque contribuyen a la retención de agua.
Por último, además de estas dos alternativas, hay personas que optan por cultivos de cobertura mixta, que utilizan diferentes tipos de plantas para obtener más características, como la retención de los suelos.
Cuáles son las ventajas de los cultivos de cobertura
El principal beneficio de esta actividad radica en que los suelos cobran vida, especialmente en aquellos lugares en los que las variaciones climáticas alteran mucho su condición. A su vez, la materia orgánica de estos cultivos ayuda a unir partículas de tierra en agregados estables.
Este proceso se traduce en una mejoría en la absorción del agua, en la capacidad de retención de líquidos (especialmente ante la sequía) y en la resistencia ante la erosión. A su vez, como capturan el carbono del aire, pueden almacenarlo en el suelo, disminuyendo las emisiones de los gases de efecto invernadero que tanto afectan a la atmósfera.
Por otra parte, puede traer beneficios económicos, siempre y cuando se haga bien el proceso, ya que permitiría aumentar el rendimiento de los cultivos. A esto se le añade que reduce el costo de la maquinaria, compite con las malezas y mejora su salud, combatiendo contra enfermedades que pueden transitar por un campo.
Sin embargo, cabe destacar que a corto plazo puede no terminar siendo beneficioso. Esto se debe a que, al aplicar esta técnica, incrementan los costos de las semillas, las plantas y el combustible. Por este motivo, es un proceso largo que dará frutos después de las primeras cosechas, pero que tendría que mantenerse a lo largo del tiempo.